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Rendimos homenaje al cuento, como género, como formador como motivo de goce

 

La vuelta al mundo observando narradores en acción

En Oceanía. Hace ya unos cuantos años, en las islas Trobriand, al noroeste de Nueva Guinea, el antropólogo B. Malinowski observó la costumbre nativa de reunirse al atardecer a narrar los kwkwanebu o "cuentos maravillosos". Cuando el narrador desempeñaba correctamente su papel, provocaba risas, réplicas en interrupciones. Cada narración, aunque desconocida por muchos, sólo puede ser "recitada" por su "dueño", aunque él puede enseñársela a otros y autorizarlos a que la cuenten. El reconocido antropólogo comentaba que:

... no todos los "dueños" de los relatos saben cómo hacer nacer esa risa calurosa que es uno de los principales propósitos de tales consejas. Un buen narrador tiene que cambiar su voz en los diálogos, cantar las canciones con el temperamento requerido, gesticular y, en general, representar ante un público. Algunos de los cuentos son en realidad chismes de pésimo gusto; otros no...

En Trobriand, lo mismo que en la mayor parte del mundo, se espera que un buen narrador sea capaz de cambiar su voz en los diálogos y de representar a los personajes del relato, entre otras destrezas.

En Asia. En el siglo XVII vivió en China un narrador tan extraordinario que lo llamaban "el rey de los cuentistas chinos". Afortunadamente he logrado hallar un testimonio sobre su manera de narrar:

Cuando Liu Jinting narra su voz pasa de un mugido atronador a un murmullo melodiosos; su expresión pasa del llanto a la risa. Los rasgos, las voces, el comportamiento y los gestos de cada personaje son representados tan vívidamente que el público tiene la sensación de estar dentro del cuento junto a los personajes mientras el narradoor desaparece del escenario (Zhenren, 1985:28).

Los narradores chinos siempre han sostenido que un buen narrador puede convertir una historia mala en algo grandioso y que, por el contrario, un artista inexperto puede matar una buena historia.

En Japón existen dos generos principales de narración: el Rakugo y el Kodan. Ambos se practican asiduamente y cuentan con numeroso público. Tanto que, en Tokio, las narradores se presentan en salas especialmente preparadas para su arte, y también hay quienes narran en radio, televisión, lugares de entretenimiento e, incluso, en night clubs.

En Europa. La narración de cuentos entre los europeos no sólo se practicó en tiempos pasados, sino que todavía hoy se realizan no sólo en hogares, escuelas y bibliotecas, sino también en otros ámbitos animados por profesionales.

En Francia existen diversas organizaciones regionales de narradores y más de cincuenta narradores se dedican profesionalmente a él en diversas ciudades modernas. Muchos narran acompañándose de un instrumento musical, o bien, se valen de títeres, marionetas y diversas técnicas de mimo y actuación teatral en sus espectáculos.

En algunas ocasiones la intervención de los assitentes es estímulada por el narrador, ya fuera interrogando de manera directa al auditorio sobre los acontecimientos a medida que los iba narrando, ya utilizando una fórmula de inciio que po sí misma convocaba a la participación colectiva, mediante juegos de interacción vocal conocidos por los presentes.

En África. Existen narradores que ponen un gran interés en su cuento, varían las entonaciones, animan el diálogo y como los actores, se esfuerzan en poner el tono que conviene a los diversos personajes que hablan.

Los narradores aún no poseen gran importancia en diversas culturas africanas. No hay persona más popular entre los africanos que un buen narrador de cuentos[...] A veces ocurre en medio de la plaza con toda la población sentada en el suelo frente al narrador [...] Con frecuencia el cuentista interrumpe su recitado, rompiedo en un cantar que el público repite una y otra vez como un sonsonete hasta que aquél está dispuesto a referir un nuevo episodio.

En América. La narración en vivo de historias era una actividad importante en diversas culturas indígenas antes de la llegada de los europeos y africanos.

Entre los nahuatl (México) existía la figura del narrador. Un códice de la época describe la figura ideal del tlaquetzqui, aquel que al hablar hace ponerse de pie a las cosas.

Posteriormente, con la conquista y la colonización, en América comenzaron a desarrollarse maneras muy diversas de narrar, producto de la interacción entre las culturas europeas, africanas y americanas, y, en el Caribe, incluso asiáticas.

En México, el arte de narrar que se cultivó entre grupos indígenas y campesinos, vive ahora un importante proceso de revitalización en las ciudades. Así, en 1985, impulsada por el escritor y narrador de cuentos Eduardo Robles Boza, se creó la Asociación de Narradores de Cuentos. Esta asociación ha desarrollado sus labores en bosques, parques y espacios urbanos, narrando cuentos a todo tipo de público, en especial a niños y ha organizado un Festival Iberoamericanos de narradores de cuentos..

Tomado de Como contar cuentos, Daniel Matol,
Monte Ávila Editores Latinoamericana